Por: Costa Rica Mayor. 14 de julio de 2025
Cuidar a un ser querido es una de las tareas más nobles que puede asumir una persona, pero también una de las más desgastantes. En Costa Rica, miles de personas —en su mayoría mujeres— dedican día tras día su tiempo, energía y salud al cuidado de personas adultas mayores, muchas veces sin contar con apoyo, sin remuneración y sin un solo día libre. Sin embargo, descansar no solo es justo: es necesario.
«Nadie puede cuidar bien si no se cuida a sí mismo», señala Eduardo Méndez, especialista en envejecimiento y vejez, y director de Costa Rica Mayor. Para él, tomar vacaciones siendo cuidador no debe verse como un acto de abandono, sino como una estrategia de sostenibilidad emocional y física. “El agotamiento prolongado puede llevar al síndrome del cuidador quemado, afectando no solo a quien cuida, sino también a la persona cuidada”, agrega.
Cuidar también implica parar
Las vacaciones permiten al cuidador reconectar con su vida personal, retomar energías, y reducir niveles de estrés que, muchas veces, se acumulan sin que nadie lo note. Un descanso a tiempo puede prevenir enfermedades físicas, síntomas de ansiedad, depresión y conflictos familiares.
Eduardo Méndez insiste en que “el descanso es parte del cuidado integral. Si queremos garantizar un acompañamiento digno para las personas adultas mayores, debemos asegurar también el bienestar de quienes están a su lado”.
¿Cómo lograrlo sin culpa?
Tomar vacaciones no significa dejar a la persona mayor sin atención. Existen diversas estrategias para garantizar una transición temporal segura y tranquila:
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Planificar con anticipación: Coordinar con familiares, amigos, vecinos o redes comunitarias que puedan brindar apoyo.
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Buscar relevos: Contactar cuidadores profesionales o servicios de cuidado temporal, ya sea en el hogar o en centros especializados. En algunas comunidades existen opciones accesibles promovidas por organizaciones locales.
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Comunicar con empatía: Explicar a la persona mayor, con afecto y claridad, que el descanso es una parte del compromiso de cuidado. Esto ayuda a reducir la ansiedad de ambas partes.
Una responsabilidad compartida
Desde Costa Rica Mayor, se hace un llamado a visibilizar la situación de las personas cuidadoras. La sociedad, las instituciones públicas y las comunidades deben desarrollar mecanismos que respalden esta labor vital: acceso a relevos, apoyo psicosocial, formación y espacios de descanso.
“La persona que cuida merece ser cuidada. Y tomarse unas vacaciones, aunque sea breves, puede marcar una gran diferencia en la calidad del cuidado que ofrece y en su propia salud física y emocional”, concluye Méndez.
En una Costa Rica que envejece, el bienestar de las personas cuidadoras es tan importante como el de quienes reciben el cuidado. Porque cuidar no es rendirse… pero tampoco es sacrificarse hasta desaparecer.