Por: Redacción Costa Rica Mayor. 8 de julio de 2025
En una sociedad que se precia de ser longeva y solidaria, la realidad de las mujeres adultas mayores en Costa Rica sigue marcada por la violencia, la exclusión y el silencio. A medida que el país envejece, también se agudizan las manifestaciones de maltrato hacia este grupo, especialmente hacia quienes, por su edad y género, se encuentran en una doble condición de vulnerabilidad. Pese a ello, esta problemática continúa siendo escasamente atendida en las políticas públicas y en la conciencia colectiva.
El Colegio de Trabajadores Sociales (COLTRAS) advierte que las mujeres mayores de 65 años constituyen el tercer grupo etario más violentado del país, con una tasa de 410 casos por cada 100 000 habitantes. Esta cifra, lejos de ser solo un dato estadístico, evidencia una realidad estructural en la que las agresiones contra las adultas mayores no solo ocurren, sino que se invisibilizan. La violencia se manifiesta en múltiples formas, desde la exclusión de actividades recreativas y la negación de acceso a herramientas tecnológicas, hasta el control de sus decisiones personales, incluyendo su sexualidad. También se reportan numerosos casos de violencia patrimonial, en los que las mujeres son despojadas de sus bienes o manipuladas económicamente, así como situaciones de maltrato físico y abuso sexual, frecuentemente perpetrados por personas cercanas como familiares o cuidadores.
Solo en el 2022, el 69 % de las personas mayores víctimas de violencia intrafamiliar fueron mujeres. Este dato deja en evidencia el arraigo del machismo y la desigualdad de género incluso en la última etapa de la vida. Entre 2021 y 2022, el 8 % de los femicidios registrados en el país correspondieron a mujeres mayores de 60 años, lo cual refleja una forma extrema de esta violencia persistente.
Además de los actos directos de agresión, se suman otros tipos de violencia menos visibles pero igualmente devastadores, como el abandono y las estafas. En 2024 se contabilizaron más de 6 182 delitos contra personas adultas mayores, y al menos un 26 % de estos fueron estafas, afectando de forma desproporcionada a mujeres mayores de 75 años. Estos delitos suelen ocurrir en contextos donde la dependencia, la soledad y la falta de protección institucional facilitan el abuso.
La respuesta del Estado ha sido insuficiente. Si bien existen leyes, protocolos y algunas instituciones dedicadas a la protección de esta población, la falta de presupuesto, la baja cobertura de servicios especializados y la débil articulación interinstitucional limitan gravemente su eficacia. Muchas mujeres adultas mayores no tienen a quién acudir ni cómo defenderse, y los canales de denuncia existentes a menudo no contemplan sus necesidades específicas ni su acceso real a la justicia.
Frente a este panorama, desde Costa Rica Mayor hacemos un llamado urgente a visibilizar esta realidad y actuar con determinación. Es imperativo implementar campañas nacionales que reconozcan que envejecer siendo mujer no debe significar ser olvidada ni maltratada. Se requiere fortalecer con recursos suficientes a entidades clave en la atención de la mujer y la vejez, así como crear canales accesibles, seguros y humanizados para denunciar. Es necesario educar a la sociedad desde una perspectiva intergeneracional, que promueva el respeto, la dignidad y el valor de la vejez femenina.
La violencia contra las mujeres adultas mayores no puede seguir siendo una nota al margen. Exigir una vejez libre de violencia no es un acto de caridad, es una exigencia de justicia. Porque la dignidad no tiene edad, y los derechos no caducan con los años.
ACTÚE: Sí usted es victima de violencia o conoce a alguíen que lo es, llame al 911.