Por: Redacción Costa Rica Mayor.
San José, Costa Rica. 16 de Setiembre de 2025. “¡Buenos días, mis amores! ¿Ya vamos a la comidita?” — Este tipo de frases, aunque parezcan inofensivas o incluso tiernas, pueden esconder una práctica que vulnera la dignidad de las personas adultas mayores: el lenguaje infantilizado.
Este fenómeno, estudiado ampliamente en países como Estados Unidos y cada vez más visibilizado en Costa Rica, ocurre cuando se utiliza una forma de comunicación que trata a las personas mayores como si fueran niñas o niños pequeños, incluso en contextos de atención profesional o familiar.
Aunque algunas expresiones afectuosas pueden ser parte de una relación cercana o larga data, lo cierto es que cuando se aplican de forma rutinaria, sin el consentimiento ni la confianza suficiente, pueden generar incomodidad, rechazo y una sensación de pérdida de autonomía.
¿Qué es el lenguaje infantilizado?
El lenguaje infantilizado se manifiesta en el uso de diminutivos excesivos («pijamita», «papita», «panchita»), tonos agudos o cantarines, órdenes disfrazadas de preguntas («¿Verdad que vamos al baño ahora?»), e incluso expresiones condescendientes como «¡usted sí que es un campeón!» en contextos poco apropiados.
Pero va más allá de las palabras. Es una forma de comunicación que restringe la autonomía de la persona mayor, reemplaza su capacidad de decidir y refuerza estereotipos negativos sobre la vejez, especialmente en espacios como hogares de larga estancia, centros diurnos o en el servicio de cuidadores a domicilio.
¿Por qué lo hacemos?
Según especialistas en gerontología y cuidados, muchas personas adultas jóvenes —hijos, cuidadores, enfermeros o personal institucional— caen en este lenguaje de manera inconsciente, con la intención de ser “tiernos” o “más afectuosos”. Sin embargo, esta práctica refleja una visión cultural arraigada que asocia la vejez con fragilidad, pérdida de capacidades y dependencia total.
“En Costa Rica, debemos replantear la forma en que vemos a nuestras personas mayores. Son ciudadanas y ciudadanos plenos, con historias, decisiones y derechos. Tratarles como niñas o niños no solo es inadecuado: es una forma de violencia simbólica”, señala la gerontóloga Kattia Sevilla, experta en cuidados y consultora en temas de envejecimiento.
¿Por qué es un problema?
El impacto del lenguaje infantilizado va más allá del tono. Diversos estudios internacionales han demostrado que este tipo de comunicación puede provocar rechazo a la atención, ansiedad, frustración e incluso comportamientos agresivos o retraídos, sobre todo en personas mayores con deterioro cognitivo o en situación de dependencia.
Un estudio de la Universidad de Iowa, por ejemplo, analizó más de 10 horas de interacciones en un hogar de atención y encontró que reducir un 10% del lenguaje infantilizado disminuyó en un 75% las negativas de las personas mayores a recibir atención como alimentos o medicación.
Esto nos llama a la reflexión urgente sobre cómo se comunican los equipos de salud, trabajo social y acompañamiento en Costa Rica, especialmente en contextos donde las personas adultas mayores son vulnerables o están institucionalizadas.
¿Qué podemos hacer en Costa Rica?
En el marco de una sociedad que envejece aceleradamente, el respeto a la autonomía y la dignidad debe convertirse en eje central de los cuidados. Acá le comparto varias recomendaciones prácticas:
- Preguntar, no imponer: Cambiar frases como “es hora de bañarse” por “¿Desea que le acompañe a bañarse ahora o más tarde?”.
- Evitar diminutivos innecesarios: Usar el nombre real de la persona o el título que prefiera (“don Manuel”, “doña Teresa”, “señorita Carmen”).
- Adaptar la comunicación al vínculo: Si se trata de un familiar con quien siempre ha existido ese trato cariñoso, puede ser aceptado. Pero en contextos profesionales o institucionales, es mejor mantener un trato respetuoso, empático y claro.
- Capacitar al personal: En hogares de larga estancia, centros diurnos y servicios de cuidado domiciliar, es urgente incluir esta temática en los módulos de formación y protocolos de calidad en atención.
- Observar el comportamiento: Si una persona mayor empieza a rechazar alimentos, medicación o compañía, es posible que esté reaccionando a un estilo de comunicación que le resulta incómodo.
Hablar con respeto es cuidar mejor
La vejez no es infancia. Las personas mayores no necesitan que se les cante, se les engañe o se les trate con condescendencia. Necesitan ser vistas como adultas, con derechos, historia y capacidad de decisión, aun cuando existan condiciones de dependencia o deterioro.
En Costa Rica, donde los valores familiares, el respeto intergeneracional y la dignidad de la persona han sido pilares de la cultura, debemos hacer un esfuerzo colectivo para revisar y transformar la forma en que nos comunicamos con quienes han dado tanto a nuestra sociedad.
Hablar bien, con respeto y sin infantilizar, también es una forma de cuidar.
📣 ¿Has presenciado situaciones donde se infantiliza a una persona mayor en tu comunidad o centro de atención? Escríbenos a hola@costaricamayor.org para incluir tu testimonio en nuestras futuras publicaciones.