Por: Redacción Costa Rica Mayor. Colabora: Eduardo Méndez, Abogado, Director de Costa Rica Mayor.
En un país donde la población envejece aceleradamente y donde el segmento de las personas 50+ y 65+ reivindica protagonismo electoral y social, los aspirantes a la Presidencia enfrentan un reto doble: atender con seriedad las expectativas de este grupo y movilizarlas antes de que la incertidumbre electoral se transforme en desapego.
La más reciente encuesta del CIEP-UCR, publicada tras la convocatoria electoral del pasado 1 de octubre, revela un panorama complejo: aunque un aspirante inicia con una ventaja estimada del 25 % de intención de voto entre quienes ya decidieron, el grupo de indecisos alcanza el 55 %. Esta dinámica adquiere especial relevancia para las personas 50+ y 65+, quienes suelen presentar menor volatilidad y una mayor predisposición al voto cuando se sienten escuchadas y representadas.
UN MAPA ELECTORAL MARCADO POR LA INDECISIÓN
El estudio indica que el bloque de indecisos constituye el grupo más numeroso entre quienes afirman que participarán en las elecciones: 55 %. Ese dato evidencia que aún existe un amplio margen para modificar las tendencias y que las personas 50+ y 65+ pueden desempeñar un papel decisivo si perciben propuestas que respondan a sus realidades. Al mismo tiempo, el apoyo inicial del 25 % para la candidatura puntera está lejos de garantizar una victoria en primera ronda, donde se requeriría al menos un 40 % de los votos válidos.
En este contexto, la prioridad de los candidatos no debe limitarse a captar apoyo, sino a transformar la indecisión en participación efectiva.
¿POR QUÉ ESTE SEGMENTO DEBE OCUPAR EL CENTRO DEL DEBATE POLÍTICO?
Las personas 50+ y 65+ conforman un grupo electoral con creciente influencia en el resultado de las elecciones nacionales. Sus necesidades concretas en materia de salud, pensiones, movilidad, vivienda, inclusión digital y participación social demandan propuestas realistas y sostenibles.
En un escenario de alta indecisión —especialmente entre mujeres, jóvenes, personas con menor nivel educativo y habitantes de regiones como Limón—, los aspirantes tienen la posibilidad de distinguirse ante un electorado que aún no define su voto. Una estrategia política responsable debe incluir a todas las generaciones, pero con un enfoque sensible a las necesidades de la población 50+ y 65+, cuya experiencia y estabilidad pueden aportar equilibrio al panorama nacional.
ELEMENTOS QUE LOS CANDIDATOS DEBEN CONSIDERAR EN SUS PROPUESTAS
Conquistar la confianza del electorado 50+ y 65+ implica diseñar una política pública integral que asegure ingresos dignos, servicios de salud especializados y accesibles, eliminación de barreras físicas y digitales, y espacios de participación activa. La encuesta del CIEP-UCR muestra que los votantes valoran la experiencia empresarial (89 %), la experiencia política (86 %) y la promesa de cambio (74 %) como atributos deseables en quienes aspiran al poder.
Aunque estos factores no se dirigen exclusivamente a la población mayor, reflejan las aspiraciones generales de una ciudadanía que exige liderazgo, competencia y renovación. Para las personas 50+ y 65+, esto se traduce en la necesidad de compromisos tangibles que garanticen estabilidad, bienestar y respeto a su trayectoria vital.
CÓMO MOVILIZAR EL VOTO DE LAS PERSONAS 50+ Y 65+
En un entorno donde la indecisión predomina, los candidatos tienen ante sí una ventana de oportunidad estratégica. Primero, deben comprender la realidad de las personas 50+ y 65+: su situación económica, sus principales carencias y sus aspiraciones. Luego, deben comunicar de manera efectiva, utilizando medios adaptados a las distintas generaciones —radio, prensa regional, encuentros comunitarios— para llegar también a quienes no están plenamente conectados al entorno digital.
Asimismo, es esencial que las propuestas sean transversales y aborden áreas interrelacionadas como salud, vivienda, movilidad, empleo y participación social. La encuesta advierte que cerca del 30 % del electorado planea “quebrar el voto” entre Presidencia y Asamblea Legislativa, lo que sugiere que el electorado 50+ y 65+ podría valorar tanto la visión presidencial como la coherencia de los equipos legislativos.
MADUREZ DEMOGRÁFICA, UN NUEVO PODER CIUDADANO
Ante una ciudadanía mayoritariamente indecisa, los aspirantes presidenciales enfrentan una responsabilidad ética y una oportunidad política. Las personas 50+ y 65+ no pueden continuar siendo un actor silencioso en la contienda. Si los candidatos integran una agenda clara, sensible y viable orientada a este grupo, no solo podrían consolidar apoyo electoral, sino también construir un país más justo e inclusivo. Ignorar su realidad significaría renunciar a comprender el futuro de Costa Rica en un siglo donde la madurez demográfica será el nuevo centro del poder ciudadano.