Elbert Durán Hidalgo: “El espíritu de aventura no se jubila”

Ago 26, 2025 | Frecuencia de vida, Recientes, slider frecuencia de vida | 0 Comentarios

Autor: Costa Rica Mayor

Por Eduardo Méndez – Director de CostaRicamayor.com

Durante décadas, Elbert Durán Hidalgo fue una voz y un rostro familiar en los hogares costarricenses. Desde la televisión relató los hechos más relevantes de Costa Rica y del mundo. Hoy, a sus 67 años, lejos de los sets y las redacciones, sigue inspirando: se ha convertido en un ejemplo vivo de cómo envejecer con propósito, vitalidad y sentido.

Su propia historia lo demuestra. En plena etapa de jubilación tomó una decisión que sorprendió a muchos: emprender en motocicleta la ruta desde Costa Rica hasta Ushuaia, en Argentina, el punto más austral del continente. No fue únicamente un recorrido geográfico, sino una travesía de autodescubrimiento, de reafirmación de su autonomía y de la convicción de que la vejez también es tiempo para soñar y atreverse. Y no se quedó en la experiencia personal: a su regreso compartió la aventura con todos a través de su libro “Travesía al fin del mundo: Crónicas de viaje de un motociclista”, un testimonio que inspira a entender la vida como una etapa de plenitud y exploración.

El espíritu de aventura en la vejez

La gerontología recuerda que uno de los pilares del envejecimiento activo es la participación y la autorrealización. En ese marco, la aventura no pertenece únicamente a la juventud: también en la vejez puede convertirse en motor de vitalidad psicológica y sentido de vida.

“El espíritu de aventura nace con nosotros. De niños somos aventureros sin miedo, y yo siempre traté de mantener esa chispa viva. Por eso fui periodista, reportero y lector apasionado. En mi caso, a los 64 años decidí subirme a la moto y recorrer miles de kilómetros hasta Ushuaia. Cada kilómetro era un sueño realizándose, pero también un reto y una amenaza. La aventura le da sentido a la vida, incluso a la muerte: verla como un nuevo comienzo.”

Durán lo resume con claridad: el sentido de vida en la vejez no se agota, se resignifica.

Cumplir proyectos después de los 60

Cumplir proyectos en la madurez no es un capricho ni un lujo; es, en palabras de especialistas, una forma de salud, identidad y trascendencia. Significa reconocer que envejecer no se mide en años, sino en la capacidad de seguir soñando y concretando metas.

“Todo empieza como un sueño, aunque parezca imposible. Yo vengo de una familia humilde: mi padre fue jornalero y mi madre, un ejemplo extraordinario, se graduó de bachiller el mismo año que yo. Ella me enseñó que los sueños se cumplen con esfuerzo.
En la jubilación lo esencial puede ser la viabilidad económica, pero aún más importante es la viabilidad emocional: paz interior, apoyo familiar y convicción personal. Sin esos recursos emocionales, ningún proyecto se sostiene.”

Aquí resuena un concepto central de la gerontología: la resiliencia, esa capacidad de transformar la experiencia acumulada en motivación para dar nuevos pasos y rescatar proyectos postergados.

Salir de la zona de confort

Para Durán, el envejecimiento también implica moverse, romper rutinas y desafiar lo establecido. Esa actitud es clave para mantener la vitalidad y el crecimiento personal.

“La vida es movimiento. Profesionalmente busqué cambios que me dieron perspectiva sobre el país, la profesión y las personas. En lo personal, salir de la zona de confort permite proyectos con sentido. No se trata de acumular cosas materiales, sino de dejar un legado de valores. El verdadero patrimonio es enseñar misericordia, solidaridad y resiliencia.”

Salir de la zona de confort, explica, es otra forma de generatividad, ese proceso mediante el cual las personas mayores transmiten aprendizajes, valores y ejemplos a las nuevas generaciones.

Inspirar a otras personas mayores

El sentido de vida también se construye a partir de la transmisión de experiencias. Durán lo entiende como parte de su misión personal.

“Todos tenemos algo que compartir. A veces una conversación nos abre los ojos a lo que no habíamos visto. El lenguaje nos define y nos permite construir juntos. Mis proyectos, mis relatos y mis reflexiones son también para mis hijas, mis nietos y futuras generaciones. Así como mis abuelos me transmitieron historias, quiero dejar ese legado de vida.”

Su testimonio pone de relieve la intergeneracionalidad, otro de los grandes aportes de la gerontología: el valor de los mayores como memoria viva, como guías y como ejemplos de resiliencia.

Una vida que no se detiene

La jubilación no es sinónimo de inmovilidad. Por el contrario, puede ser la oportunidad de dar un nuevo sentido a la existencia.

“La vida es corta, y cada quien debe trazar su propio mapa de sueños. Nunca es tarde para vivirlos. Aunque no logremos todos, el solo hecho de intentarlo ya le da sentido a nuestra existencia.”

Durán nos recuerda que el envejecimiento es también un proceso espiritual, en el que se busca sentido incluso en las limitaciones y se mantiene encendida la capacidad de soñar.

 

Más allá de la pantalla

Elbert Durán Hidalgo ya no está en el noticiero de las noches, pero sigue informando de lo esencial: que la vejez puede vivirse con libertad, pasión y propósito. Su viaje a Ushuaia no fue solo una aventura personal, sino un mensaje colectivo: los proyectos no caducan con la edad, y el espíritu de aventura, definitivamente, no se jubila.

 

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