Por Redacción | Costa Rica Mayor | 3 de julio de 2025
Costa Rica atraviesa un cambio demográfico sin precedentes. Según datos publicados por Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, en 2025 ya hay 121 personas adultas mayores por cada 100 menores de 15 años. Y el futuro es aún más revelador: para el año 2044, esta proporción podría ascender a 399 adultos mayores por cada 100 personas jóvenes. Este giro poblacional plantea preguntas urgentes sobre la sostenibilidad del sistema de pensiones, pero también sobre un desafío menos visible y aún más profundo: la necesidad de educar para la vejez.
Más allá de números: un cambio cultural
Envejecer ya no es una excepción; es el destino común de toda la población. Sin embargo, el país aún no ha desarrollado plenamente una cultura educativa que prepare a las personas —desde la infancia hasta la adultez— para comprender, asumir y acompañar este proceso vital.
«Hablar de educación para la vejez no es solo formar cuidadores o profesionales en geriatría. Es generar conciencia ciudadana sobre cómo construir una sociedad donde todas las edades tengan lugar, voz y dignidad», señala Eduardo Méndez, director de Costa Rica Mayor.
Educar desde hoy para cuidar el mañana
El envejecimiento no debe verse como una carga, sino como una oportunidad para repensar las relaciones sociales, la economía y la solidaridad intergeneracional. En este contexto, educar para la vejez implica:
- Incluir en los programas educativos contenidos sobre envejecimiento, derechos de las personas mayores y estereotipos etarios.
- Formar profesionales en áreas como salud, trabajo social, arquitectura y tecnología con enfoque gerontológico.
- Fomentar el envejecimiento activo y la preparación financiera, emocional y física desde etapas tempranas de la vida.
- Desarrollar campañas públicas que resignifiquen la vejez como etapa de contribución, no de declive.
Una tarea de todos los sectores
La educación para la vejez no es solo responsabilidad del Ministerio de Educación o de las universidades. También es tarea de las familias, los medios de comunicación, las empresas y el Estado. “Prepararse para una población mayoritaria de personas adultas mayores requiere no solo reformas económicas, sino también una transformación cultural profunda”, insistió Méndez.
Envejecimiento con sentido
Si no se abordan estos retos con visión a largo plazo, Costa Rica podría enfrentar una crisis de cuidados, abandono social y desajuste generacional. Pero si se invierte en educación y en políticas públicas que abracen el envejecimiento como parte natural y valiosa de la vida, el país puede convertirse en un modelo de sociedad longeva, justa e inclusiva.
Porque la vejez no es el final del camino, sino una etapa que merece respeto, preparación y sentido. Educar para la vejez es, en el fondo, educar para la vida.