Por: Redacción Costa Rica Mayor .11 de julio de 2025
Cada 11 de julio se conmemora el Día Mundial de la Población, una fecha establecida por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) con el propósito de reflexionar sobre los desafíos demográficos que enfrentan las sociedades contemporáneas. Este año, el llamado internacional pone el foco en un cambio silencioso pero profundo: el envejecimiento poblacional y el aumento sostenido de la esperanza de vida en América Latina.
En lugar de preguntarnos cuántos somos, hoy debemos preguntarnos cómo vivimos. La región ha dado un salto generacional en términos de longevidad. En 1950, Uruguay era el país con mayor esperanza de vida al nacer, con 66 años. Setenta y cinco años después, Chile y Puerto Rico lideran con una expectativa de vida promedio de 82 años, según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), compilados por la plataforma Statista.
Costa Rica no se queda atrás. Gracias al fortalecimiento de su sistema de salud pública, la cobertura de la seguridad social y políticas sostenidas de atención primaria, el país figura entre las naciones latinoamericanas con mayor longevidad, con una expectativa que ronda los 81 años. Las proyecciones para el año 2100 son aún más ambiciosas: Chile, Costa Rica y Puerto Rico alcanzarían los 91 años de esperanza de vida. Se trata de un hito demográfico que exige repensar por completo los modelos de desarrollo.
Este crecimiento en la esperanza de vida plantea nuevas responsabilidades colectivas. Vivir más tiempo no garantiza, por sí solo, una vida mejor. Implica garantizar pensiones sostenibles, crear entornos laborales donde las personas mayores puedan continuar aportando su experiencia, y rediseñar las ciudades, los servicios y las políticas desde una mirada gerontológica y de derechos humanos. También obliga a fortalecer los sistemas de cuidado y asegurar el acceso equitativo a la salud y a la participación social.
En este contexto, Costa Rica tiene la oportunidad de posicionarse como referente regional en la economía plateada. Este modelo reconoce el valor productivo, creativo y social de las personas adultas mayores y propone una visión positiva del envejecimiento, alejada de estereotipos y enfocada en la inclusión activa. Invertir en la economía plateada es, además, una estrategia inteligente frente al cambio demográfico: estimula la innovación, genera empleo, y fortalece el tejido social.
El Día Mundial de la Población nos recuerda que la demografía no es solo una cuestión de números. Es, sobre todo, una cuestión de dignidad. Como sociedad, debemos pasar de las estadísticas a las acciones, colocando a las personas mayores en el centro del desarrollo. Porque no basta con vivir más: hay que vivir mejor, con autonomía, participación y sentido.