Por: Redacción Costa Rica Mayor
San José, 23 de junio del 2025. Costa Rica se encuentra en una encrucijada demográfica sin precedentes. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), para el año 2045, la población adulta mayor superará por primera vez a la infantil, consolidando un cambio estructural que obligará al país a redefinir sus prioridades. En este contexto, surge una pregunta crucial: ¿estamos preparados para que más personas vivan más tiempo y con mejor calidad de vida? La respuesta se encuentra en un concepto emergente conocido como “la nueva longevidad”.
Lejos de tratarse únicamente de una vida más larga, la nueva longevidad implica vivir con propósito, salud, autonomía y participación activa en la sociedad. Supone un cambio de paradigma que invita a repensar la vejez como una etapa de derechos, contribución y posibilidades, y no como sinónimo de dependencia o retiro social. Costa Rica posee condiciones favorables para encabezar este cambio de visión, pero también enfrenta desafíos estructurales que limitan su alcance.
El país cuenta con una esperanza de vida que ronda los 80 años, una de las más elevadas de América Latina, gracias a su red de salud pública universal y a factores socioculturales que favorecen la longevidad. Su marco legal también ha avanzado: leyes como la No. 7935 (Ley Integral para la Persona Adulta Mayor) y la reciente No. 9857 refuerzan el reconocimiento de derechos y sancionan el abandono. Además, iniciativas como el programa de Ciudades y Comunidades Amigables con las Personas Mayores ya alcanzan 42 territorios, reflejando una voluntad política local por transformar entornos. Incluso a nivel internacional, Costa Rica ha sido reconocida por la Organización Mundial de la Salud como un país con buenas prácticas en envejecimiento saludable.
Sin embargo, la realidad para miles de personas mayores dista mucho de ese ideal. Según datos de la Encuesta Nacional de Hogares del INEC (Enaho 2023), el 42 % de las personas adultas mayores vive con ingresos inferiores al costo de la canasta básica. Muchos enfrentan barreras persistentes como la exclusión digital, la dificultad para movilizarse, el acceso limitado a servicios de salud especializados y la soledad, especialmente en zonas rurales donde las redes comunitarias y los cuidados institucionales escasean.
“La nueva longevidad es un ideal inspirador, pero aún no es una realidad para todos. En Costa Rica, muchas personas mayores envejecen con incertidumbre, con miedo al olvido, o dependiendo de redes familiares que también están agotadas”, señala Eduardo Méndez, Máster en Gerencia Social y Director de Costa Rica Mayor.com .
Para convertir este paradigma en política de Estado se requiere un compromiso decidido en tres niveles. Primero, una inversión multisectorial sostenida que fortalezca la salud preventiva, la vivienda adecuada, la accesibilidad universal, la conectividad digital y el acceso a bienes culturales. Segundo, un cambio cultural que combata el edadismo, visibilice el aporte de las personas mayores y promueva una narrativa positiva sobre la vejez. Y tercero, una visión de justicia territorial que garantice que la calidad del envejecimiento no dependa del lugar de residencia ni del nivel socioeconómico.
Costa Rica tiene una oportunidad histórica de demostrar que envejecer con dignidad no debe ser un privilegio de pocos, sino un derecho para todas las personas. La nueva longevidad no puede quedarse en las páginas de los informes internacionales ni en los discursos de buenas intenciones. Debe traducirse en políticas públicas concretas, en presupuestos robustos, en servicios adaptados y en comunidades comprometidas.
Como lo expresó don Claudio, un vecino de 78 años Tibás: “Yo no quiero solo vivir más, quiero vivir mejor. Y sé que Costa Rica puede lograrlo, si se acuerda de nosotros no solo en elecciones”.
Desde Costa Rica Mayor seguiremos acompañando este proceso, visibilizando las voces de quienes envejecen en el país y exigiendo que el derecho a una buena vejez sea una realidad para todos.