Paris, Diciembre 2025. El envejecimiento de la población se ha convertido en uno de los mayores desafíos para los sistemas de pensiones del mundo. Un nuevo informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) revela que más de la mitad de sus países miembros prevén aumentar la edad de jubilación en los próximos años, ante la presión demográfica y el acelerado crecimiento de las personas adultas mayores.
Según el estudio, la edad normal de retiro pasará de un promedio actual de 63,9 años para las mujeres y 64,7 para los hombres, a 65,9 y 66,4 años respectivamente. Esto significa que quienes están comenzando su vida laboral deberán trabajar casi dos años adicionales en comparación con quienes se jubilaron en 2024.
El panorama internacional es diverso. Mientras Luxemburgo, Eslovenia y Colombia mantendrán la jubilación en 62 años —en este último caso 57 para las mujeres— otros países como Dinamarca, Italia, Estonia, Suecia y Países Bajos elevarán progresivamente la edad de retiro hasta los 70 años o más. Dinamarca podría llegar incluso a los 74 años, la más alta del bloque.
Costa Rica, por su parte, no tiene previsto elevar la edad de retiro, que continúa establecida en 65 años tanto para hombres como para mujeres. Sin embargo, la OCDE advierte que eso no significa que el país esté libre de tensiones. El envejecimiento de la población costarricense será uno de los más acelerados de América Latina: la tasa de dependencia —la proporción de personas mayores de 65 respecto a la población de 20 a 64 años— aumentará en 23,3 puntos entre 2025 y 2050. Es un crecimiento superior al promedio de la organización y equiparable al de países europeos con mayor envejecimiento.
Este cambio demográfico se distribuye en dos direcciones críticas: más personas adultas mayores viviendo más tiempo y una reducción del número de personas jóvenes en edad productiva. En la actualidad, por cada 100 personas de 20 a 64 años en los países de la OCDE, hay 33 mayores de 65; para 2050 serán 52. Esta transformación presiona directamente los sistemas de pensiones y las finanzas públicas.
Para Costa Rica, el desafío es doble. Por un lado, el gasto en pensiones aumentará del 6,5% del PIB actual al 8,3% en 2050, de acuerdo con el informe. Por otro, la tasa de empleo entre quienes se encuentran cerca de la edad de jubilación es una de las más bajas del bloque: solo el 50,3% de las personas entre 55 y 64 años están trabajando, muy por debajo del promedio de la OCDE, de 65,5%. Esto limita la capacidad contributiva del sistema y amenaza la sostenibilidad futura de las pensiones.
El informe también resalta que España, Italia, Grecia y Francia lideran el gasto en pensiones dentro de la OCDE, todos con sistemas sometidos a fuertes presiones financieras. Para mediados de siglo, se espera que España destine el 17,3% de su PIB a pensiones, convirtiéndose en el país con el mayor esfuerzo fiscal del bloque.
Las proyecciones de la OCDE tienen una lectura clara para Costa Rica: el envejecimiento ya no es un fenómeno futuro, sino un proceso en marcha que exige decisiones anticipadas. El país deberá reforzar las políticas de envejecimiento activo, mejorar la empleabilidad de las personas mayores de 50 años, reducir la discriminación por edad en el mercado laboral y fortalecer la sostenibilidad financiera del sistema de pensiones. La discusión pública sobre estos temas será cada vez más urgente a medida que la población envejece y la presión económica aumenta.
En un país donde las personas adultas mayores superarán el millón en pocas décadas, la conversación sobre pensiones, cuidados, salud y derechos no puede esperar. Costa Rica debe prepararse hoy para garantizar un envejecimiento digno, saludable y con plena protección social mañana.






