¿Abuelas y abuelos o cuidadores por obligación? Una reflexión sobre el rol impuesto por los hijos

Jun 14, 2025 | Opinión, slider opinion | 0 Comentarios

Autor: Costa Rica Mayor


Por:  Edgar Muñoz, Maestrante en Gerontología

No toda persona adulta mayor es abuela o abuelo, y no todo abuelo o abuela es, necesariamente, una persona adulta mayor. Esta afirmación, aunque obvia, permite abrir una discusión profunda sobre las representaciones sociales, familiares y afectivas que se construyen en torno a las personas mayores, especialmente desde la mirada de sus propios hijos.

Desde la experiencia cotidiana, es común escuchar frases como: “Confiamos solo en mis papás para cuidar a los niños” o “Es que los abuelos tienen más paciencia”. Bajo estos discursos aparentemente inocentes se esconden formas de sobrecarga, presión emocional e incluso negligencia hacia las personas mayores. Cuando no se respetan sus decisiones ni su autonomía, se les reduce a una función: cuidar.

Los hijos muchas veces modelan su expectativa sobre lo que debe ser “ser abuelo o abuela” a partir de lo que vivieron en su infancia con sus propios abuelos. A ello se suma el peso de normas culturales que varían según si se vive en contextos rurales o urbanos, o si se pertenece a sociedades latinoamericanas, europeas o asiáticas. El entorno moldea las conductas, y en nuestra región se ha normalizado que las personas mayores, en particular las mujeres, deben asumir sin cuestionamientos el rol de cuidadoras.

A esto se agregan factores estructurales: la falta de acceso a servicios de cuido infantil, el desempleo o la precariedad laboral de las nuevas generaciones, y la ausencia de políticas públicas que garanticen conciliación entre trabajo y vida familiar. Todo esto contribuye a una narrativa peligrosa: la del “abuelo indispensable”, pero no por elección, sino por imposición.

El problema se agrava cuando los hijos no consultan ni pactan con sus padres sobre el uso de su tiempo. En muchos casos, ni siquiera consideran su estado de salud. Se les atribuye una responsabilidad que, aunque puede estar cargada de amor, también puede volverse una fuente de estrés, agotamiento e invisibilización. Este fenómeno se ha denominado síndrome del abuelo esclavo, una expresión que refleja la tensión emocional y física que experimentan quienes asumen un rol que no eligieron, o que excede sus capacidades.

La evidencia es clara. El Primer Informe del Estado de Situación de la Persona Adulta Mayor en Costa Rica (I ESPAM, 2008) ya advertía que una de las tareas más frecuentes que realizan las personas mayores en sus hogares es el cuidado regular de nietos y bisnietos, trabajo que, además de no ser remunerado, suele ser invisibilizado por el sistema económico y por las propias familias.

La Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores (Ley No. 9394) es contundente en su artículo 7 al reconocer el derecho a la independencia y autonomía de las personas mayores, indicando que debe respetarse su capacidad para decidir sobre su vida y actividades. Esto incluye, por supuesto, la decisión de ejercer o no el rol de cuidador.

En este punto, es clave distinguir: no se trata de desestimar el deseo legítimo de muchas personas mayores de involucrarse activamente en la vida de sus nietos y nietas. De hecho, para muchas, esta es una fuente de sentido, alegría y vinculación afectiva. Lo que se cuestiona es la imposición de un deber moral, a veces acompañado de chantaje emocional, que convierte el cuido en una carga y no en una elección.

El cuidado puede y debe ser una experiencia enriquecedora, siempre que se ejerza con libertad, límites y acuerdos claros. En España, la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) ha advertido sobre este riesgo y propone un decálogo dirigido tanto a personas mayores como a sus familias. Entre las recomendaciones, destacan: aprender a decir “no”, no descuidar la salud propia, establecer reglas claras, reservar espacios personales y no sentirse culpables por no poder cumplir expectativas ajenas.

En el marco del 15 de junio, Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez, y el Día Nacional contra el Abuso, Maltrato, Marginación y Negligencia hacia las Personas Adultas Mayores, es urgente visibilizar estas formas de abuso que no siempre se nombran como tal. La sobrecarga en el cuido de nietos, la imposición de tareas sin consentimiento, el uso instrumental del tiempo de los mayores, son también formas de maltrato.

Las personas adultas mayores tienen derecho a decidir qué hacer con su tiempo, cómo vincularse con sus familias y con qué intensidad participar en la crianza de nuevas generaciones. El respeto a su autonomía, su salud y su bienestar emocional debe estar por encima de las necesidades de los demás. El rol de abuelo o abuela puede ser maravilloso, pero solo si se elige, no si se impone.

Artículos relacionados