Por: Eduardo Méndez, Máster en Gerencia Social. Especialista en envejecimiento y vejez
San José, Setiembre 2025. Recientemente, varios medios internacionales informaron que la familia del actor Bruce Willis ha tomado la difícil decisión de trasladarlo a vivir a una residencia geriátrica, debido a los cuidados que requiere una persona con demencia en grado avanzado. Esta noticia, sin duda, ha tocado una fibra sensible en muchas personas que me han consultado al respecto. Y es que, más allá del impacto mediático que genera una figura pública, esta es una realidad que enfrentan miles de familias todos los días, también aquí en Costa Rica.
Tomar la decisión de llevar a un ser querido a un hogar de larga estancia nunca es fácil. Implica considerar factores emocionales, económicos, sociales y, sobre todo, humanos. Vivimos cada vez más años y, en algún momento, podemos llegar a necesitar ayuda para realizar actividades básicas de la vida diaria. En este contexto, los cuidados familiares o profesionales se vuelven esenciales, y surgen preguntas complejas sobre cómo garantizar calidad de vida, dignidad y derechos.
¿Qué debemos considerar?
La decisión suele venir acompañada de incomodidad, preocupación e incluso culpa. A esto se suman los altos costos de atención y la frustración que se genera cuando el servicio recibido no está a la altura del sacrificio económico. Si bien existen múltiples opciones de cuidado, no todas son iguales, ni todos los hogares operan bajo los mismos principios. Por ello, es vital poner atención a varios criterios antes de elegir.
Una buena decisión debe partir del enfoque gerontológico profesional, es decir, servicios diseñados desde una comprensión especializada del envejecimiento. Dentro de estos, el modelo de Atención Centrada en la Persona (ACP) destaca por su enfoque en las necesidades, deseos, historia de vida y derechos de cada persona.
Este modelo no solo se aplica a quienes tienen movilidad reducida o enfermedades crónicas, sino especialmente a personas con síndromes demenciales o deterioro cognitivo. En ellos, preservar la dignidad humana cobra aún más relevancia.
¿Qué buscar en un hogar de larga estancia?
Aquí comparto algunos criterios que pueden ayudar a discernir si un hogar de larga estancia es adecuado para su familiar:
a) Atención personalizada y centrada en la persona
Pregunte si existe un plan individual de atención, más allá de lo clínico. Este debe considerar capacidades, gustos, preferencias y formas de vida de la persona mayor, incluyendo rutinas, costumbres y vínculos sociales.
b) Espacios adecuados: gerontoentornos
Observe el espacio físico. Un entorno cálido, accesible, con privacidad y seguridad emocional influye directamente en la calidad de vida. El diseño debe invitar al bienestar, no a la pasividad.
c) Profesionalismo del equipo de atención
Verifique si los cuidadores están certificados y si el personal de salud tiene formación en gerontología. Más allá del conocimiento técnico, es indispensable contar con carisma gerontológico, es decir, vocación, sensibilidad, empatía y respeto por la persona.
d) Relación con la familia
Un hogar que limita o restringe la participación de la familia puede generar más daño que beneficio. Las instituciones deben fomentar el vínculo familiar como parte del proceso de cuidado y no como una interferencia.
⚖️ Cuidar sin institucionalizar
Lamentablemente, aún existen hogares donde predomina la lógica de institucionalización, donde las normas pesan más que las personas. Esta visión anula la capacidad de decisión del adulto mayor, refuerza su dependencia y le resta humanidad a la vejez. Es clave recordar que las canas y las arrugas no cancelan los derechos.
Elegir o tomar decisiones es posible incluso en etapas avanzadas de deterioro, siempre que existan apoyos adecuados. El modelo ACP promueve que cada persona pueda seguir sintiéndose protagonista de su vida, con control sobre lo que le gusta, su entorno, sus vínculos y su rutina.
Termino aquí:
Esta reflexión, motivada por una noticia que ha hecho eco global, es una oportunidad para mirar con honestidad una realidad cotidiana: el cuidado de una persona mayor dependiente no debe vivirse en soledad ni con culpa, sino con responsabilidad, amor y conocimiento.
Ya sea que la decisión sea institucionalizar o cuidar en casa, lo fundamental es que el entorno promueva un envejecimiento digno, activo y respetuoso de los derechos humanos. Porque toda persona mayor merece un lugar donde pueda seguir siendo ella misma.