Por Eduardo Méndez. Máster en Gerencia Social. Especialista en envejecimiento y vejez
La economía plateada –también conocida como Silver Economy– representa hoy uno de los sectores con mayor potencial de crecimiento. Este universo de oportunidades se construye alrededor de las personas mayores de 50 años, quienes no solo son consumidoras activas, sino también creadoras de valor. En este contexto, surge una pregunta muy válida: ¿merece la pena emprender después de los 50? La respuesta es un rotundo sí.
Este mensaje cobra aún más sentido al conmemorar el Día Mundial del Emprendimiento – 16 de Abril –, una fecha para celebrar el espíritu emprendedor en todas sus formas y edades. Y es que emprender después de los 50 no solo es posible, sino profundamente valioso para quienes desean seguir construyendo, innovando y dejando huella.
Aunque muchos podrían pensar que ya es tarde para empezar un negocio, la realidad es muy distinta. A esta edad, las personas cuentan con un recurso que los jóvenes emprendedores apenas están comenzando a cultivar: la experiencia. Las lecciones aprendidas a lo largo de la vida, tanto en el ámbito personal como profesional, constituyen una ventaja competitiva significativa. Además, es probable que ya se haya consolidado una red de contactos valiosa que puede abrir puertas, facilitar alianzas o atraer clientes.
Otro factor clave es la claridad de objetivos. A los 50, ya no se trata únicamente de alcanzar la cima financiera; muchas veces, emprender responde al deseo de dejar un legado, tener un impacto positivo o alcanzar una independencia más significativa. Y si a esto le sumamos que los sectores vinculados con la economía plateada –como el turismo adaptado, la tecnología inclusiva, los servicios de salud y el bienestar integral– están en plena expansión, el escenario resulta aún más atractivo.
Claro está, emprender a cualquier edad implica enfrentar desafíos. La tecnología, por ejemplo, puede parecer abrumadora, pero con disposición al aprendizaje y un poco de formación, se vuelve una herramienta poderosa y accesible. Asimismo, el riesgo financiero es un tema sensible; por eso, es fundamental contar con un plan de negocios sólido, evaluar los escenarios con responsabilidad y, si es necesario, buscar asesoría profesional.
A esto se suman los prejuicios por la edad, aún presentes en algunos espacios. Sin embargo, cuando una propuesta de valor es clara y está bien estructurada, puede romper cualquier barrera.
Para quienes estén considerando dar el paso hacia el emprendimiento en esta etapa de la vida, estos consejos pueden marcar la diferencia:
- Aprovechar la experiencia: diseñar un negocio que se base en las habilidades y conocimientos adquiridos.
- Capacitación continua: nunca es tarde para aprender, especialmente herramientas digitales o estrategias de marketing.
- Construir alianzas: rodearse de personas que complementen las fortalezas propias.
- Pensar en la sostenibilidad: más allá del impacto ambiental, es importante que el negocio pueda crecer sin comprometer el bienestar personal.
Y si hace falta un poco de inspiración, basta con recordar a figuras como el Coronel Sanders, quien fundó Kentucky Fried Chicken a los 65 años, o Ray Kroc, que transformó McDonald’s en una franquicia global después de los 50. Si ellos lo lograron, ¿por qué no hacerlo usted también?
En este Día Mundial del Emprendimiento, celebramos a todas las personas que, sin importar su edad, deciden apostar por sus ideas. Nunca es tarde para emprender. La vida no tiene fecha de caducidad para los sueños. Y en el contexto de la economía plateada, la experiencia no solo cuenta: es el mejor activo.